miércoles, enero 11, 2006



Es tarde, no debería estar haciendo esta labor que me está vedada por ser pelea de perros grandes. Pero esta foto y leer el blog de primis me invocó. Es que ahora enfrentamos una cosa que nos tiene muy preocupados, y es el examen de ana madre, la doctor ano o la tía Ani; como la prefieran. La tía de los sueños, sí, casi sacada de cuentos de hadas; pero de cuento conservador. No sé, ahora que nos enfrentamos a esto pienso y descubro cómo uno, a veces, pierde su tiempo en dolores absurdos. La verdad es que yo me he vuelto algo adicto a las penas y, si bien he tenido razones para visitar el mundo de las lágrimas, es más lo que me he desvirtuado que lo que me han penado. Yo ahora me siento semi olvidado por esencias que me vitalizaron en la niñez de mi 2005, pero la verdad es que se sumergieron, se decidieron volcar en su propio olor a podredumbre para darme a mí un zumo más tibio, quizá más enriquecedor, quizá ya no quiso darme la flor marchita... no lo sé y no importa, porque no está. ¿Y llegará, lo veré más adelante cuando una vez más me involucre en mi común costumbre de ser yo? Quizá ahora sí la vida a mí me demuestra qué es lo importante, y es raro que ahora derramo mi hielo por razones que me alejan de ese centro de absurda atención y me preocupo por ana madre. Y ¡cómo no hacerlo! es ella, otra mamá, como el cuadro... y si ya perdí la esencia, como dejar partir el zumo; me lo pregunto y sin respuesta clara... que confuso es a veces tratar de ponderar tantas angustias, es mejor enfocarse en los amores, en aquello que nos hace felices... en tu esencia que me enjuga hasta el contre y me saca de mi ser y que no me deja sino estar atento a la llegada de esa brisa casi marina que creo me refrescará... ahora yo por aquí, en mi Santiago añejo y deslavado, en este lugar del cual debo partir o no partir -y es que aún no lo sé bien- quiero poder encontrar el anuncio que me diga: ¡sí! ¡adelante! y tomar así para siempre ese vagón de droga sulfurante que es la felicidad, una cosa que por la lejanía de mi ceguera llena de rollos está a mi lado y no la sé disfrutar... por ahora, y créeme que es lo que más me importa, sólo me conformo con esa alarma anhelada que diga: tumor benigno.

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