sábado, julio 17, 2010

Según Jorge Manrique “todo tiempo pasado fue mejor.” La verdad, estas palabras resuenan en mi mente en este momento en que procuro examinar luego de un corto pero intenso camino. La verdad, el trazo de tiempo que me invito a examinar en este momento no se registra como un ejercicio del pasado lejano. Muy por el contrario, me quiero referir a una opción tomada hace poco más de cinco meses.
Hoy esta idea se asoma en mi mente desde la sensación del absurdo, de las emociones encontradas, del vacío existencial que produce en mí la distancia inclemente.

jueves, julio 15, 2010

Ahora solo eres una imagen de papel, papel de vidrio.
Atrás ha quedado el tiempo de la vida, del sentir y poder palpar la realidad; aquella que me alimentaba el alma.
Ahora, el tiempo ha cubierto las montañas de la nieve sepia del pasado, y con ello ha tomado mi locura; aquella que me hizo correr sin límites.
Ahora, cuando tengo el grito pegado en el alma, se ahoga solo entre recuerdos que me asfixian; aquellos que fueron antes el presente y ahora el pasado inmediato.

El tiempo es un instante. Para vos, un tiempo perpetuo que se revitaliza en cada momento que lo sucede, como reciclaje de memorias olvidadas y que solo tienen vida de cartón. Vida que queremos –o yo quiero, ¿quieres?- sea verdadera, y que inmortalizamos en instantáneas fugaces como los días que se nos fueron.

El tiempo es un instante. Para mí, minuto efímero que se quema como aquella colilla humeante y nauseabunda de la mañana final. Fugaz secuencia de la vida que se apaga con las horas de silencio y lágrimas escondidas entre sonrisas. Sonrisas que queremos fijar eternamente, como recuerdos potenciados entre regalos, abrazos y promesas.

Ajeno caminante, que viniste desde el sol, con tu brisa de prófugo del destino inexorable que hoy nos ha enrostrado su condición infalible.

Maldito destino, implacable esa realidad, esa “inevitabilidad”, como solías decir para explicar las razones de una verdad que se supo así desde el primer instante en las calles de cemento iluminado por el sol.

Vos sos, quién sos ; vos ¿sos algo?
Sos un sol esta tarde, pero en su ocaso, justo en su arrebol invernal; sol de ocho minutos tardíos que miramos, al que llegamos en esa frecuencia desfasada de la velocidad de la luz.
Sos… El humo de la hierba que se quema bajo las estrellas; luceros, joyero de mil astros que habitan a quince mil años de mis ocho minutos, de los ocho minutos de un 16 de enero.


Todo eso sos, y todo eso me quitás.