lunes, junio 12, 2006

Acá estoy yo una vez más. Siendo o reencontrándome o tratando de adivinarme. ¿Y si ahora siento que te conozco a cada espacio de tu ser? ¿cómo entonces olvidar? olvidar, qué es eso o a qué suena esa mierda, me da rabia, ahora que me despedazaron. Sí claro, ahora ya me comieron como buitres. Me siento carroñeado por esos buitres que velé. Ahora, cómo me voy a olvidar de esos detalles magníficos que conocí y descubrí en el secreto de mí y tú siendo en mí. Ahora me escribo, me reescribo para darme sentido, para sentirme, porque no me siento, porque me devoraste entre cada maldad que me hiciste ¿sin querer?... sabes, Dios, tú ahora eres un alivio de ese ahogo que me mandaste... es que dímelo: ¿me mandaste ese suspiro ahogador? y ahora, acá, cómo soy, cómo hago para desmigajarme y descuartizarme así como me lo hizo antes ya y ahora más y más cruelmente para dejarme alimentando a toda la bandada carroñera que estaba a la espera... ¿cómo hago? dímelo ahora ya y no esperemos más; dime la clave, es más, dame el puñal para desgarrarme esta sequedad que me está apagando la vida. ¿Por qué? ¿qué hice? ¿cómo me elegiste? ¡y a qué fin y qué precio! Acá, te conozco sabes, a cada momento en cada espacio, en cada detalle y te llevaría, a sí como te llevaría. Pero mala esta cosa amarga, te llevo sin darme cuenta acá cargando a cada momento entre cada silencio y lágrima ese recuerdo perpetuo de ser infrahumano... así, perdido, así recordando el flagelo y el ventolero de esos detalles que sólo yo sé que estoy mirando.



Me quemaste, así me tiraste. Ahora me dejaste... ¡así te recordabas a esos seres que pesaron y penaron en tu memoria inventada? Así te acompañé en cada sentimiento.
Ayúdame a correr lejos de esta lágrima que me apaga el alma en su correr desgarrador, pídele que deje de erosionar mi cara de vejez y de amargura que me quema alrededor de tus comesuras olvidadas... anídame, así, entre palabras como sin querer nos perdimos. Ay como siento ya tu presente ausencia que me está tratando de mostrar mi camino dorado olvidado.
Me quisiste, lo sé, y te desperdicié. No era forma, no era edad. No era tiempo de correr a sus brazos negándome a todo lo que fue mi antepasado. Ahora me poseía esa ráfaga de fulgor extranjero que me dejó ya en el desierto más absoluto de tu mirada castigadora y que me alimenta y sacia a solas lágrimas que me erosionan mi cara a la vejez y la amargura que me queman alreddor de tus comesuras olvidadas.
Y oigo ese grito que me controlaba en el impulso amoroso de reconocerte como un poseidón. Y te quiero seguir escribiéndo en palabras raras que nadie nunca lee porque nadie nunca sabe lo que yo soy porque nadie nunca antes pensó en mi como en este arte mal escrito y malinterpretado así como malinterpreté muchas veces lo que te dije y lo que dijiste porque nadie nunca comprendió porque nadie nunca supo todo lo que fuiste en un solo instante de amor.
Te extraño. Quieres saber algo: yo no fui. Sí, yo no fui. Ahora dime algo tú a mí: ¿por qué me entregaste? ¡sí, dime! por qué me entregaste a mí, por qué yo sí era sacrificable! responde! te lo ordeno... sabes que yo no ordeno... mírame entre lágrimas sin ti. Te lo pido dime, por qué a mí me entregaste como a nadie más si yo te quise tanto y te di lo que yo era en abertura misma de mi carne... toda mi amistad, mi cariño comprensióm sigo enumerando dentro mío entre lágrimas así desordenado como está mi interior...
sabes que pasa ahora... me pudriste, me dañaste sin quererlo me dejaste en mi abandono y solo y sin preguntarme si era yo, sin preguntarme si de verdad te quise algún momento... y ¡ay de ti si lo preguntabas, porque lo sabías no lo preguntabas! y si lo sabías ¿por qué me entregaste a mí?