jueves, enero 12, 2006


Mirarse el alma en un espejo es algo que causa temor. A mí me causa una sensación tan denigrante, porque veo la vejez de mi alma, veo como he deteriorado mi corazón sufriendo. Y me vi vacío, sin ningún sentido. Vacío, sin las cinco puntitas que me habitaban el corazón. Se fueron, las ahuyente? Nunca! No lo permito. Yo no lo quiero aceptar, porque siempre soy ciego, porque mi familia me enseñó a tapar el sol con un dedo. Las puntitas, mis cinco rojas puntitas se quedaron en un rincón olvidado de mí, porque ya no tienen el vigor de antes, porque yo las dejé romas, las gasté de tanto usarlas. Y ahora no me queda ni un cachito, ni un pedacito de su pinturita, ni una lucecita de su brillo que antes me acompañó. Desde mi invierno me acompañó. Cuando llegó a mí palma para certificar el arribo atrasado de su majestad. Ahora, ahora yo la gasté. Ahora, ahora ya se me fue. La ahogué, la maté, y con ella mi corazoncito se apagó también. Una parte chiquita, aquella que se llenó de sabiduría amorosa cada día que pasó… ahora, yo veo las cosas con ojos de nada, porque no tengo ni tristeza ni esperanza, estoy en el limbo de la emoción; así, medio inerte. Y esto dura, la verdad, es que el tiempo que yo no controlo. Y esto pasa, la verdad, en momentos que yo no necesitaba. Quiero poder mirarme en un espejo y descubrir que ya las cicatrices de mi cara se han marchado, que ya no están por ahí, demarcando los cauces de mis lágrimas, sino que ahora es lozano el brillo que ella fulgurece. Así, sí, así sabré como ha valido la pena estar embarcado en la tiniebla de una soledad ambigua y quizá inexistente… sí, porque muchas veces, me lo dijiste verdad, yo agravo las cosas… y dime, sí, tú, a ti te hablo, porque no me insististe? Porque no me pediste que sacara el velo que amarraba mis ojos y mis oídos y me soplaste para destapar esa sordera de la conciencia… bueno y ahora a costa de qué?, de la sequedad eterna? Ya. A mí no me queda sino seguir vagando ahora por este páramo eriazo, cubierto de negruzca humareda, porque se ha quemado aquella aventura de ser compatriotas de la esperanza… ya, esto es suficiente… en verdad que debo reposar en la espera… y esperar que se vaya volando como gaviota.

miércoles, enero 11, 2006



Es tarde, no debería estar haciendo esta labor que me está vedada por ser pelea de perros grandes. Pero esta foto y leer el blog de primis me invocó. Es que ahora enfrentamos una cosa que nos tiene muy preocupados, y es el examen de ana madre, la doctor ano o la tía Ani; como la prefieran. La tía de los sueños, sí, casi sacada de cuentos de hadas; pero de cuento conservador. No sé, ahora que nos enfrentamos a esto pienso y descubro cómo uno, a veces, pierde su tiempo en dolores absurdos. La verdad es que yo me he vuelto algo adicto a las penas y, si bien he tenido razones para visitar el mundo de las lágrimas, es más lo que me he desvirtuado que lo que me han penado. Yo ahora me siento semi olvidado por esencias que me vitalizaron en la niñez de mi 2005, pero la verdad es que se sumergieron, se decidieron volcar en su propio olor a podredumbre para darme a mí un zumo más tibio, quizá más enriquecedor, quizá ya no quiso darme la flor marchita... no lo sé y no importa, porque no está. ¿Y llegará, lo veré más adelante cuando una vez más me involucre en mi común costumbre de ser yo? Quizá ahora sí la vida a mí me demuestra qué es lo importante, y es raro que ahora derramo mi hielo por razones que me alejan de ese centro de absurda atención y me preocupo por ana madre. Y ¡cómo no hacerlo! es ella, otra mamá, como el cuadro... y si ya perdí la esencia, como dejar partir el zumo; me lo pregunto y sin respuesta clara... que confuso es a veces tratar de ponderar tantas angustias, es mejor enfocarse en los amores, en aquello que nos hace felices... en tu esencia que me enjuga hasta el contre y me saca de mi ser y que no me deja sino estar atento a la llegada de esa brisa casi marina que creo me refrescará... ahora yo por aquí, en mi Santiago añejo y deslavado, en este lugar del cual debo partir o no partir -y es que aún no lo sé bien- quiero poder encontrar el anuncio que me diga: ¡sí! ¡adelante! y tomar así para siempre ese vagón de droga sulfurante que es la felicidad, una cosa que por la lejanía de mi ceguera llena de rollos está a mi lado y no la sé disfrutar... por ahora, y créeme que es lo que más me importa, sólo me conformo con esa alarma anhelada que diga: tumor benigno.

domingo, enero 08, 2006

Siempre me he dedicado a pensar en cómo sería sentirme más libre de mis pensamientos, y por minutos lo he logrado. Pero en el calor de un enero fúnebre, como este que me toco ahora, se vinieron a posar en mí tantos recuerdos. Y es que sí, debo ser honesto, esta fecha, este mes en que se acumulan a ratos tantas cosas importantes en mi vida – mi cumpleaños, por mencionar alguna – es en particular un período en que necesito sentirme vivo, o ver que renuevo mi ser en algún aspecto… diría que es el momento del año en que más necesito sentirme acompañado, o, para ser más sincero, es el momento del año en que deseo poder encontrar más referentes en el mundo que me rodea. En fin… ahora el calor me está agobiando, y no puedo concentrarme en tratar de ordenar mis ideas. Pienso que, quizás, no sea el momento de estar escribiendo, más que escribiendo, aguardando mi terror… pero, y si no, ¿cómo me voy a desahogar?, es esta una de las formas en que, según yo, por desordenado que parezca, por inútil que se pretenda para algunos, mejor me acomoda, porque en estas letras ambiguas puedo disfrazar cada emoción sin miedo a que las develen… a mí me gusta estar así, inmerso en esta incertidumbre que a algunos los desespera hasta el punto de salir corriendo a esconderse… yo no, me gusta estar ahí, tratando de dilucidar como puedo retener junto a mí mis decisiones… hace un mes me di cuenta de que soy un dictador de sentimientos, que abuso del poder del amor y ahora pago las consecuencias, en este juicio absurdo. Así, en el escrutinio de cada monigote que se ha sentido con el derecho de medir, de tratar de tabular lo que yo hago o hasta cuánto puedo sentir. Pero ahora, después de aquel evento que a mí me pareció maravilloso y que a mi contrincante le surgió como una casualidad del destino, -destino programado no por mí, pero si condicionado en cuanto pude manipular mi tiempo- será diferente… pues así pasó y así te vi, sangrante de dolor, pero un dolor que a mí no me calmaba… y cómo pueden creer todos que yo soy bueno, si veo a cada instante que sólo me dedico a tratar de torturar a quienes pretendo amar. Así lo veo yo ahora, desde aquel misterioso instante en que fui tan feliz, pero que se diluyó por mi propia culpa… y sí, perdí, aunque no me gusta asumir esa condición, no por un ansia medio milica, sino porque no soporto ni soy capaz de tolerar en mi corazón la pérdida… pero esa pérdida que ocasiono yo, acaso podrás enfrentarla mejor que yo cuando te vuelques en el silencio de mi ausencia… porque yo ya lo asumí como una realidad que estoy ahuyentando, pero tú, ¿sabes vivir sin mi adulación constante?… no hay que preocuparse, verdad, sabes que yo no dejaré que me pierdas… sabes, y en tu autosuficiencia dependiente posees el control de la situación… pero sólo hasta que decida partir.

Hay tanto que quisiera poder decirte, pero no sé como hacerlo. En realudad, tengo miedo de hacerlo por la inseguridad de que te marches para siempre de aquí... de mi lado, donde me abrigas con tu sencillez y tu furor vehemente cada vez que piensas, cuando hablas… ese modo con que haces que me pierda en tus palabras, que vuelan por el aire y me traen tu seguridad y el olor de tu vida que llena mi alma hasta ahogarme de tu alegría y me da vida... vida de amor incomprendido, tantas veces... y qué más entonces, solo decirte que ya nunca más tendré eso que me diste cuando me mostraste tantas cosas que la vida me había cegado. Y a dónde vas ahora que ya te marchas con presura para nunca más estar junto a mí. Me queda tu sabiduría linda y llena de emoción cuando les dijiste lo que querías. ¿A Dios? Adiós... ya no hay más tiempo...ya nos toca separarnos por una eternidad que me parece eso, lo perpetuo.

Y cómo vamos a caminar en el pantano si mañana florece el amanecer, ese mismo que se perdió hace ya tantos siglos de lágrimas que calaron hondo en las cicatrices de tu rostro y del mío, porque no te dejabas mostrar… ahora el sol y la luna son diáfanas igual que tu rostro hambriento por el calor de mi noche. Pero ¿cómo tanta certeza… cómo alguien puede tener esa seguridad en su querer? ¿Me enseñas? Así como tantas veces en el silencio del reproche, cuando divagando me atrevía a seguir tu pensar siniestro, que sólo me contrajo nupcias de dolor. Pero ahora que anhelo tu respiración que nunca tuve, en definitiva, me siento más capaz de dormir.

viernes, enero 06, 2006


No logro encontrar un solo momento en que no deje de pensar, de sacar conclusiones, como decía un personaje que fue un alguien en mi vida, pero que emigró como tantas veces pasó eso desde que comencé a comprometerme con la gente. La verdad es que ya asumí, como una constante en mi vida, el estar completamente solo. Solo en el sentido de no encontrar un símil en esta vida, alguien con quien compartir todo y que nunca quisiera partir... hace años que ya había dejado de lado esa empresa, pero hace dos años me embarqué como un neófito en la tarea de amar. No sé el porqué, solo sé que lo hice, o, más bien, que me vi empujado a tratar de enfrentar las emociones... Ahora, y luego de haber cargado un cúmulo de desilusiones profundas, creo que ya no tengo más confianza en lo que uno puede entrelazar con una persona. Me siento medio postergado, pero por mí, que es peor. Esto, porque he perdido el sentido de correspondencia que todo ser humano debería tratar de tener o hacer florecer desde su sentido común. Solo he buscado referentes en los seres que he mitificado como superhombres de mi vida. Será que solo eso se volvió para mí esa esencia medio ambigua que se comenzó a apoderar de mí desde no voy a decir cuanto tiempo. Un ente medio difuso que hice imperar en mi pensamiento y al cual adjudiqué la potestad de dirigir mi sentir. Y ahora yo reclamo, egoísta, enojado porque mis peones no quieren cumplir sus roles dictados, impuestos por mi ansia desesperada y desmedida de capturar para mí el amor y toda la atención de aquello que me parece atractivo... Por esquizofrénico que parezca, yo en mi interior sé que el amor que siento y que he sentido alguna vez por ti, es más sincero que mi propio mirar interior. Y, por último, yo sé que no emigraste y sigues aquí.