

Me quemaste, así me tiraste. Ahora me dejaste... ¡así te recordabas a esos seres que pesaron y penaron en tu memoria inventada? Así te acompañé en cada sentimiento.
Ayúdame a correr lejos de esta lágrima que me apaga el alma en su correr desgarrador, pídele que deje de erosionar mi cara de vejez y de amargura que me quema alrededor de tus comesuras olvidadas... anídame, así, entre palabras como sin querer nos perdimos. Ay como siento ya tu presente ausencia que me está tratando de mostrar mi camino dorado olvidado.
Me quisiste, lo sé, y te desperdicié. No era forma, no era edad. No era tiempo de correr a sus brazos negándome a todo lo que fue mi antepasado. Ahora me poseía esa ráfaga de fulgor extranjero que me dejó ya en el desierto más absoluto de tu mirada castigadora y que me alimenta y sacia a solas lágrimas que me erosionan mi cara a la vejez y la amargura que me queman alreddor de tus comesuras olvidadas.
Y oigo ese grito que me controlaba en el impulso amoroso de reconocerte como un poseidón. Y te quiero seguir escribiéndo en palabras raras que nadie nunca lee porque nadie nunca sabe lo que yo soy porque nadie nunca antes pensó en mi como en este arte mal escrito y malinterpretado así como malinterpreté muchas veces lo que te dije y lo que dijiste porque nadie nunca comprendió porque nadie nunca supo todo lo que fuiste en un solo instante de amor.
Te extraño. Quieres saber algo: yo no fui. Sí, yo no fui. Ahora dime algo tú a mí: ¿por qué me entregaste? ¡sí, dime! por qué me entregaste a mí, por qué yo sí era sacrificable! responde! te lo ordeno... sabes que yo no ordeno... mírame entre lágrimas sin ti. Te lo pido dime, por qué a mí me entregaste como a nadie más si yo te quise tanto y te di lo que yo era en abertura misma de mi carne... toda mi amistad, mi cariño comprensióm sigo enumerando dentro mío entre lágrimas así desordenado como está mi interior...
sabes que pasa ahora... me pudriste, me dañaste sin quererlo me dejaste en mi abandono y solo y sin preguntarme si era yo, sin preguntarme si de verdad te quise algún momento... y ¡ay de ti si lo preguntabas, porque lo sabías no lo preguntabas! y si lo sabías ¿por qué me entregaste a mí?